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  • Foto del escritorJuan Carlos Beamin

Dos riquezas desconectadas

Con frecuencia nos detenemos a mirar los bosques y maravillarnos de sus colores, formas, e incluso su olor, llenos de vida y hogar de tantas especies, nos produce una calma mirarlos y escuchar el viento que corre por entre las hojas y ramas. Llega la tarde y tras volver a casa nos sentamos en una silla de madera, preparamos la leña, la echamos en la estufa y esperamos que lentamente nuestra casa se tempere lo suficiente.


Por la noche sales, miras el cielo, brillan las estrellas, miles de ellas, como pequeños diamantes decorando un negro lienzo, una gran franja blanca cruza el cielo, solo interrumpida por algunas zonas oscuras, como si no hubiese más estrellas…


Ah, una vista que la ciudad perdió hace décadas… vuelves a sentir esa emoción de calma, mezclada con inspiración y quizás preguntas, ¿dónde está la verdadera riqueza del espacio? Las estrellas brillan como diamantes, pero es más que una simple comparación, astrónomos han descubierto que algunas estrellas, llamadas enanas blancas estarían hechas principalmente de diamantes. Incluso pequeños diamantes los podemos encontrar en asteroides y meteoritos. El cielo está lleno de una riqueza estética y en sentido literal mucho más grande que el sueño de cualquier cazador de recompensas.



El frío te lleva de vuelta a casa, y mientras ves arder la leña en la estufa piensas nuevamente, ¿qué es la verdadera riqueza? ¿Acaso no es lo raro de un material lo que da su valor? En todo el sistema solar, en toda la galaxia y quizás en todo el universo, la madera es mucho más escasa que los diamantes, la plata y el oro. Estos elementos son procesados y creados en las estrellas, pero para que llegue a existir un solo árbol, tienen que ocurrir centenas de miles de eventos cada uno más improbable que el anterior y deben suceder en un mismo planeta, y mantenerse durante miles de millones de años, no sabemos aun si existe alguna forma de vida en alguna de las estrellas que cada noche vemos en el cielo, pero no por ello dejaremos de buscar y estudiar. Se consumen las últimas brasas de uno de los elementos más valiosos del universo, es momento de descansar, mañana toca caminata en esa mina de oro que llamamos bosque.


El artículo original fue publicado en la revista digital "entre volcanes" de la ciudad de Melipeuco, Araucanía, Chile.

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